El fin del mundo se caracteriza no sólo por una pérdida física, sino también por la ausencia de valores éticos, morales y espirituales, que son la causa de dicha pérdida. Los medios de comunicación de hoy en día, cuyas cabezas visibles son los falsos profetas, son en gran medida responsables de esto.
En Artículos del fin del mundo, el autor escribe pequeñas crónicas de opinión para un diario imaginario llamado La coz de la realidad. Sirviéndose de una crítica no exenta de un cierto sentido del humor, rasga el velo de las falsas apariencias tras el cual esconden por un tiempo, los censores de la verdad, la realidad.